Porque todo nacemos únicos y pocos morimos especiales.
Un pasado en blanco y un futuro por dibujar.
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lunes, 26 de noviembre de 2012

Héroe

Y siento envidia de los cuentos de hadas. De esos en los que nobles caballeros rescatan a sus princesas y desde entonces nunca vuelven a separarse. Siento celos de los quijotes que viven cientos de aventuras, libran innumerables batallas, superan millones de obstáculos, no se dan por vencidos y siempre llegan a su destino. Yo no me he rendido y aún así nunca llegaré a él. Ojalá yo también pudiese ser un guerrero, un poeta, y juro que no perdería un segundo para comenzar a enamorarle. Ojalá yo tuviese esa oportunidad para intentarlo, para hacerle sentir cada día el más especial, para alabar su apariencia, para mostrarle lo mejor de mí y recogerle en mis brazos para que sienta mi corazón cerca cuando debamos superar un escollo. Convertirme en un completo desconocido que llama a su puerta o a su ventana cada noche y volver a casa y dormir y soñar con que un día pueda llegar a besarle. Imaginarme de mil formas ese momento y sentirlo cercano. Sentir que le arranco una sonrisa sincera, y en un momento le miro y sonríe tan solo por mirarme. Cortejarle con paciencia, tratarle con la delicadeza que podría tener la porcelana y sujetarle en mis manos sin romperlo y nunca dejarle caer. Observarle cuando ni siquiera sabe que estoy para que nada ni nadie pueda hacerle daño. Yo nunca se lo haría. Yo adoraría sus virtudes y perdonaría sus defectos sin ni siquiera darme cuenta de que lo son. Sentir mi valentía y la certeza de que conseguiría aquello que me propongo porque en mi vida él es lo único que falta.

Pero esto ya no es un juego inocente para mí. Estoy excluida de esas páginas rosadas con olores dulces y las esquinas dobladas. He perdido la batalla y no puedo volver a iniciarla ahora, ser un jinete de nuevo y correr hacía mi diana, quizás no pueda volver a hacerlo nunca. Pero si él colgase su pañuelo en mi armadura,  yo tiraría mi escudo y sobre él construiría un castillo que ni el más salvaje dragón o temible forastero podría destruir. Prometo que no pienso en mí cuando te quiero, porque mi dedicación sería tu felicidad y tu felicidad  mi consuelo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Tarde y noche de viernes triste en el cine.

Yo estaba allí, sentada, rodeada de gente, en aquel viejo y minúsculo cine abarrotado en aquel estreno. Había ido sola, me sentía más sola de lo que nadie podría llegar a imaginarse. Tantas amistades y roces superfluos, pero habia ido sola, no estaba segura de si había sido del todo su decisión. Lo pensó durante algunos segundos. No prestaba demasiada atención a la pantalla. De vez en cuando algunas imágenes y sonidos como explosiones le devolvian a la película. Ahora vuelvo a casa y me sorprende recordar su argumento, pero estoy segura de que cuando la vuelva a ver encontraré algunas escenas totalmente desconocidas. No había estado pensando demasiado. Tan solo dejaba que, mientras comía algunas palomitas y chocolatinas, imágenes felices de su antigua relación, antigua, surcasen su mente, desordenasen los pedazos de corazón que aún permanecían bajo su pecho, y algunas preguntas que sabía me hacían daño. Creo haberme cruzado con alguien conocido, posiblemente de mi clase, irónicamente sospecho que le habré sonreído con simpatía mientras no recuerdo ni su nombre, ni su rostro, y puedo hacerme tan solo una ligera idea de su figura en el anochecer a través del cual camino. Puedo contener los sollozos así que decido que no voy a llorar en el trayecto, hace demasiado frío para ello. Recuerdo, no obstante, apretando los labios, cómo las lágrimas surcaban mis mejillas encogida en aquella butaca en aquel lugar familiar y oscuro hace menos de un par de horas, creo que nadié me vió. Es la primera vez en muchos meses que no cogo su mano en el cine, y como salida de un drama pesado, miro las mías, la derecha e izquierda, ahuecadas y vacías.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Quietud y corriente.

Congelada en el tiempo, siento como mi cuerpo envejece, o aún está creciendo, ni siquiera puedo distinguirlo.
La vida pasa, y me roza en su avance, pero yo me quedo quieta, de pie, como en un espacio infinito y oscuro mientras veo como me roza esa vida, de vez en cuando me acaricia las mejillas, me alborota el pelo con su suave brisa y consigue levantar uno de mis brazos hacia delante. La percibo como un torbellino de colores, de olores, de sabores y sonidos, algunos me parecen música y en ocasiones escucho voces familiares, creo que me hablan pero yo no puedo prestar atención.
Estoy con la mirada perdida en la nada, es algo mágico. No sonrío, no lloro, no tengo expresión, nada me emociona. No voy de puntillas como se dice. Yo me quedo ahí, como encerrada en un cuerpo, encerrada en una mente, encerrada en mi persona, atada a mi propio corazón.
De vez en cuando me dejo llevar, permito que la corriente me meza hacia los lados, no estoy rígida. Pero eso siempre acaba igual, siempre termino tapándome el rostro con las manos. Nadie me ve y yo no veo a nadie, no lo necesito.
Dudo si sumergirme en lo que me rodea, dejarme caer sobre ello y que me arrastre aunque acabe en el suelo de algún lugar lejano. No me arriesgo, no quiero volver a caer. Con las yemas de mis dedos curiosos, siento el rápido pero armónico flujo de la vida, pero esto dura unos instantes.
Sigue surcando mis proximidades, me provoca, y no quiero negarme a ella, nunca la he despreciado, pero ¿cómo alguien puede no sentir interés por la vida? ¿Cómo alguien que lo ha sentido con tanto fervor?
No me importa la ropa que llevo, solo observo como vuela en torno a mi figura, como si me empujase hacia algo. La noto tan efímera sobre mi piel. No consigue ocultarme, esconderme bajo sus telas. La siento transparente e inútil. Estoy demasiado expuesta.
Parezco dormida, una joven taciturna que siente un gran peso sobre sí misma que no le permite avanzar. Pero se ha acostumbrado a esa presión sobre el pecho, sobre su alma, de modo que permanece en su sitio, lejos del país donde ya no se le concede la entrada, lejos del lugar que ya no existe, lejos del amor.

lunes, 22 de octubre de 2012

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A veces en la vida cuando me he sentido triste, en mi interior me miraba a mi misma y encontraba que no sólo lo estaba sino que además por una serie de circunstancias que provocaban ese sentimiento era justo que lo estuviese. Pero hay otras ocasiones en las que verdaderamente lo siento, muy adentro, y son aquellas de las que intento huír rápidamente, sin éxito, en las cuales nadie puede juzgarme por la superación de ese estado ni por quedarme allí, a gusto y calentita pero rodeada de un dolor y una angustia que consumen mi alegría poco a poco. No obstante, también ocurre con muy poca frecuencia y no nos solemos dar cuenta de que, a veces, toda esa tristeza solo reemplaza una gran felicidad, que ambas son proporcionales, y que el mundo no tiene su fin en esto, que he disfrutado de un amor que algún día volveré a encontrar tan fuerte y tan profundo aunque ahora todo me indique que siempre sera él por quien sentiré debilidad. La vida transcurre y es inevitable reincorporarse a ella, subirme a la ola antes de que pase e incluso después llegará otra sobre la que pueda navegar. Supongo que es algo inevitable , que hay un tiempo para el lloro y el desahogo y que no sirve que lo posponga ya que de algún modo u otro aflorará dentro de mí, pero tampoco puedo dejar que me consuma. Me siento tan deprimida. Mantenerme ocupada, acompañada, a pesar de que, de pronto, todo parezca derrumbarse y siento un descomunal vacío en mi interior, el mundo se desmorona con todo su peso sobre mi cuerpo y entonces doy cuenta de que aún no lo he superado. Tengo que querer superarlo, y entonces podré, porque además es lo que debo hacer y no tengo alternativa. No puedo creer que ya haya llegado este día, que se haya ido pero que pueda verle en tantas cosas a mi alrededor que casi parece que esté a mi lado, paradógicamente es entonces cuando más sola me siento. Me siento encerrada siendo más libre que nunca, muy lejos de él, pero no puedo volver porque no es si no el amor lo que nos separa. Al menos mi esperanza de que regrese merma cada día. Es lo correcto aunque no fue eso lo que siempre hize. Sin embargo, podría decir que no me arrepiento de nada, ni siquiera de quererle tanto, creo que no podría haberlo echo ni habérselo demostrado más aunque no me correspondiese. Sé, no obstante, que él también supo apreciarme todo lo que le fue posible. Hay tantas cosas que me gustaría hacer con él, tantos besos, tantos lugares, tantas conversaciones, tantas fotografías, tanto todo. No me gusta reconocer esto pero no encuentro a penas cosas que no quisiera hacer con él y el hecho de que no vaya a ser así me hace sentir como si me arrebatasen una vida. Nunca más será así. No me arrepiento, no me arrepiento de todos los besos, los lugares, las conversaciones, las fotografias, de nada, ni siquiera de mis fallos. Simplemente no era la elegida, aunque eso me duela enormemente. Impotente, maldecida. No cambiaría nada de nuestra historia, y podría mejorarse quizás de tal modo que ahora siguiésemos juntos, pero entonces no sería nuestra historia. ¡Dios! Ha sido tan breve, la podría volver a vivir cien veces y aún querría repetirla una vez más. Siempre he defendido que las personas nunca pertenecen pero le tuve y le dejé marchar. Era mi amigo y estaba enamorada de él. Siempre creí que las cosas serían muy fáciles entre nosotros aunque es cierto que hemos sido muy felices.Yo sólo quiero que sea feliz y ya no es algo que encuentre en mí de este modo pero ahora es lo único que yo le puedo ofrecer. Ojalá pase lo antes posible y me sienta fuerte pronto. Podamos volver a tener contacto aunque, sin ser extremista, no creo que nunca se de esa situación. Es por ello por lo que debo ser más fuerte aún, que sin haberle olvidado por completo, y me refiero a olvidar lo que siento ya que siempre le recordaré con cariño, volver a ser amigos. Antes lo fuimos durante largo tiempo, ya no es igual ahora pero no me quedan más salidas. Por supuesto, aún falta mucho hasta que todo se haya normalizado hasta ese punto. No he querido escuchar a la gente, he tenido que asumir tantas cosas tan duras por mi bien pero no ha sido hasta que yo lo he decidido cuando todo ha acabado. Y ha terminado de la mejor manera, toda la amistad volverá algún día sin que un terrible final pese sobre nosotros. No quiero que ya se haya consumido, no quiero imaginarme en un mes o dos pensando lo estúpida que soy, que le había encontrado. Hay tanta gente que se preocupa por mí y me ha apoyado y les quiero tanto y se lo agradezco tanto pero en mi cabeza les presto tan poca atención. No puedo con más, simplemente soy incapaz. Pienso que hace tan poco él estaba en mi cama, donde ahora rozo la silueta de un cuerpo que ya no está presente, y su olor ya se ha desvanecido de las sábanas, ni siquiera me queda eso. Soy incapaz de dormir bien sin escuchar el acelerado pulso de su corazón acostada sobre su pecho. ¿Qué podría decir que no le hubiese dicho ya? No le sonaría nada extraño en todo esto. Le rogué tanto sin que me pesase en absoluto. Tengo que dejar de necesitarle, como si estuviese enferma. Doy gracias por todos los momentos juntos, los aprovechamos, sin duda. Me siento rodeada por tantas personas tan felices con sus relaciones que ni siquiera puedo sostener la vista en ellas y mucho menos escucharles. Yo tenía eso y ahora no puedo evitar, aunque lo intento, sentir recelo hacia ellos. Es tan insultante aunque tan bonito, me siento tan desdichada. Me confundo entre el desearle lo mejor, algo que tengo más que seguro, y la envidia y los celos y los terribles pensamientos que afloran en mi cabeza y no quiero escuchar porque yo no soy así. Me siento en una jaula fría, insatisfecha y de vez en cuando indiferente. He dejado de culparme, de pensar qué hay de malo en mí aunque casi cualquier cosa hubiese cambiado. Está mal que lo diga y no tiene ningún tipo de razonamiento lógico pero, ¿qué cosa puede tenerlo ahora en mi apasionado y dolido corazón?

sábado, 23 de junio de 2012

Las causas externas se convierten en propias.

Queda tan poco que no merece la pena investigar, indagar aún más profundo, descubrir, decepcionarse, enfadarse, enfurecerse, pensar, reflexionar y agobiarse, comentar, discutir, gritar, llorar y tal vez encontrarnos con que hemos llegado a nuestro fin. Es irónico como tras dulces sueños vividos despiertos, cada día sin apenas excepciones, te das la vuelta y te topas con pequeños gestos que lo nublan todo, por completo. ¿Cómo tanta luz puede oscurecerse tan rápidamente? Ni siquiera puedo explicar cómo me siento en estos momentos, ni siquiera puedo imaginarme cuando esto acabe. A veces pareces tan mío que me parece que floto, pero son polvos que con un simple soplido del viento se alejan y entonces caigo al suelo. Tampoco podría describir la situación como una mentira, ya no es solo otro parecer, es real pero incluso cuando todo parece transparente entre nosotros siento que nunca has podido ver mi reflejo claro en el agua. Quizás no valore la debilidad que he tenido por ti hace ya largo tiempo. Siempre se buscan nuevas incógnitas, incluso cuando como yo, ahora, solo se quiere navegar apaciblemente hasta un fin inminente. Prometo que no pretendo turbar las nubes sobre nuestras cabezas para que se desencadene una tormenta, pero no puedo evitar sonreír ampliamente cuando alguien decide preguntarme por ti, que la alegría hormigueé por mi cuerpo y se me iluminen los ojos claros. No obstante, siento decir que allí, en lo más alejado de la comisura de mis labios, inexplicablemente dudo si algo se desgasta.

viernes, 18 de mayo de 2012

Debo ser idiota. Cuando estoy feliz sé el lugar que me haría dejar de estarlo y aún así, lo visito, una dosis de realidad por otro lado.

Comprende que ya no puedo ser tu flotador, ese colchón en el que lloras cada vez que sientes que tu corazón se rompe. Yo el mío lo tengo roto desde el momento en el que descubrí que siempre serías importante, y no te lo digo. Decidí desde entonces, no sin gran esfuerzo, que me alegraría de tu felicidad aunque no pudiese ser partícipe de ella. Que escucharía tus pesares aún no siendo la causa. Que te apoyaría. Que estaría aquí. Que sería una persona digna de ti, que merecería todos los momentos que me dedicases y de los que me acordaré durante largo tiempo. Supongo que las promesas no siempre de cumplen, excepto cuando de ellas depende mi propia felicidad.


miércoles, 25 de abril de 2012

Algunas notas ordenadas de sentimientos ajenos.

Es cierto, es posible que sea demasiado radical. Yo nunca te prometí que fuese a ser justa. Yo nunca he prometido que mis promesas fueran a ser justas para nadie, o al menos, para todos.Yo solo quería decirte ahora, no decirte, y tampoco espero que lo captes como tantos mensajes que has dejado pasar, quizás predeterminadamente, me gustaría pensar que a pesar de todo no ha sido así. Llegados a este punto, amor, puedo permitirme ciertas licencias, dejarme de una vez por todas de pequeños proyectos inacabos por tu sonrisa, de tramar sin definitivas ejecuciones porque a tu lado me convierto en una persona débil. Quizás se convierta esto en otro plan frustrado, es tan probable, pero si lo consiguiese sé que sería extraño, que lo estropearía, pero tú me necesitas aunque no hayas conseguido quererme. Por eso no te digo, ni te sugiero, ni te ruego, ni contaré a todos los demás que no deseo hablarte más hasta que por fin me digas lo que quiero oir. Yo nunca te obligaría, y si no es así, lo habría estropeado, en efecto, jugándo sin sentido a poder ganarte, pero se abriría un lucero, estoy segura de que lo haría. Podría ser libre de verdad aún con mis cicatrices, e ir hacia la luz, encontraría a otro que me acompañase y junto al que ser feliz. Si todo resulta fatalmente decepcionante, al menos me alejaría para no avergonzarme. Ya soy demasiado mujer para tomar la iniciativa y adelantarme. Al menos nada terrible se habría discutido y aunque me arrepintiese del silencio, completo, demoledor, frustrante, las ilusiones por fin tengo la esperanza se desvanecerían. La esperanza es al parecer lo último que se pierde incluso cuando me he intentado zafar de su abrazo de todas las formas que he encontrado. Porque a tu lado, cada una de tus miradas, cada vez que me dedicas una sonrisa, cada vez que te oigo pronunciar mi nombre o cada vez que me rozas tan inocentemente, yo lo intento ocultar, fingo que no soy consciente de tu ocasional presencia a mi alrededor, pero para mí supone algo especial que no querría perderme. Me ahoga este tiempo que nos asfixia y que no me devolverá nunca hacía el lugar donde nos conocimos, y crecimos, y vivimos. Me ganas y me pierdes en cada una de tus actitudes. Al fin y al cabo he de reconocer otra cosa, porque me conozco, estoy cansada, y acabaré cansándome de ti pese a que me necesites aunque no hayas conseguido quererme, al menos del modo que yo lo hago, creo sin embargo que merezco algo así de verdad, ¿acaso te resultaría tan difícil? Al fin y al cabo yo no soy tan complicada. Llegados a este punto no puedo conformarme garabateando un libro robado y sucio, tampoco quiero que me lo regales, tan solo ofrécemelo de vez en cuando para que lo lea y pueda escribir algunas notas en sus márgenes. ¿Acaso no comprendes que yo sola no puedo construir un hogar para los dos? Sinceramente, si lo comprendieras, amor, podríamos dejar de vivir separados. Odio las ruinas a las que te aferras aunque sea malo. Si no me llamas amada, yo me iré lejos y la vida pasará tras esta prueba.


domingo, 15 de abril de 2012

Tarde.

Por fin creo concienciarme de esta realidad, del paso del tiempo, y de como ha influído en esta parte de mí. Por fin soy consciente sin negaciones infundamentadas de que no solo ha pasado mucho tiempo, sino demasiado como para obviar el hecho de que es irremediablemente una variante en nuestras vidas y que las ha cambiado. Las situaciones nunca vuelven a ser las mismas, las circunstancias aunque similares nunca vuelven a repetirse y a pesar de que nos duela, de que soñemos con retroceder en el pasado, o a veces prefiramos que el tiempo se acelere para ver pasar rápidamente algo que vivimos y nos disgusta, no existen fórmulas mágicas que puedan alterar la realidad que nos incumbe. Yo por ello ya no busco un milagro que lo altere e intento centrar mi atención en otro tipo de cosas en las que mis críticas encuentren un lugar donde ser escuchadas y quizás puedan contribuir a la mejora de algo. Si acaso, incluso me contento con lo que me ha otorgado la experiencia, de no pensar como hace años aún permaneciendo siempre fiel a mi misma, de no recaer ya en todo aquello lo cual veo ahora tan lejano que a penas puedo percibir lo mucho que me influía en aquel presente.
Ha llovido desde entonces, y también esta lloviendo ahora, y también lo ha hecho demasiado. La lluvia lo ha empapado todo, lo ha encharcado y a brotado y ha caído desde las nubes y desde mis ojos sin que pudiera haber hecho nada para evitarlo. Todo después de la lluvia brilla y se transforma sin que exista algún lugar en el mundo donde pueda cobigarme y no sentirla tan presente como si mirase al cielo y nos enfrentásemos.
Desde mi ventana casi todo permanece igual: el mismo lugar, con las mismas personas y una apariencia parecida, más mayor, todo un poco más viejo y a la vez más nuevo, porque si reparas en las hojas de los árboles, los tallos de las flores, cada piedra que cada día veo pisar o el mismo azul del cielo, descubres pequeñas cicatrices en sus rostros, algunas pérdidas y otros nacimientos. Pero permanecen creciendo aunque parezcan marchitarse en algunos momentos duros, todo sigue.

Sería un error para mí volver ahora atrás, un error que no estoy dispuesta a cometer.

sábado, 7 de abril de 2012

He medioabierto mi entrecerrado ojo.

Ha pasado mucho tiempo, de hecho ha pasado demasiado tiempo, bueno, en verdad este sería el comienzo hipotético de un nuevo escrito en una noche inspiradora como esta en la que odiaría que en menos de un par de horas me extragesen de mi caliente y acogedor hogar para salir a esa calle fría, desagradecida y tan llena y a la vez tan vacía de gente. En estos momentos me disponía a filosofar en mi reconocidamente abandonado blog con el que ya no me siento demasiado identificada. Siendo sincera, llevaba todo el dia esperando a que llegase esto y poder sentarme tranquila y cómodamente frente a la pantalla luminosa y este teclado que con sonido rápido y armonioso me agradece la visita. Tampoco pretendo desarrollar aquí y ahora grandes teorías, tan solo hablar un poco de mi misma, cosa aburrida, cosa que esta muy de moda, cosa fea, cosa bella por otra parte, cosa que puede no interesar en exceso a los demás pero cosa, en resumidas cuentas. Me preocupa estar demasiado cansada para desarrollar esas supuestas teorías pero lo que aún más temo es que me alargue demasiado en esta especie de preludio que al final no acabe por superar. No obstante, lo que verdaderamente me inquieta en estos instantes es eso, el cansancio, que no sueño aunque se le parezca, ese sopor constante en el que últimamente me encuentro de forma permanente y que me esmero por justificar. No quiero convertirme en una especie cuyo letargo se alarga desde el invierno extendiéndose a lo largo y ancho de todas las estaciones. Sin embargo lo soy, y lo peor, más aún, es que podría estar mintiendo porque alejando de mí la hipocresía, tampoco es algo que me quite el sueño y me retuerza cada noche entre horribles pesadillas de mediocridad y oscuros porvenires. Si acaso, me consuela el criticar a personas que considero claramente inferiores tomadas desde este sentido de la diferenciación con respecto a las masas e incluso, de vez en cuando, me sorprendo cuando algún amigo me comenta que gracias a mí, o por mi culpa, se halla azorado desde algún tiempo por ciertos comentarios y retorcidos cuestionarios que me divierte hacer a la gente sobre sus verdaderas vocaciones en la vida, qué esperan sacar de los estudios que realizan o se disponen a hacer y largas series de "por qués" para finalizar con cualquier comentario ridículamente alentador que le aleje un ápice de la mente una conclusión que, en resumidas cuentas y en la mayoría de los casos, significa una irremediable infelicidad dentro del vulgo. Tampoco me esmero en pronunciarme en un grito ahogado para que la gente tome conciencia de nuevo de que me cuestiono las cosas y no me identifico lo más mínimo con ese pasotismo, pasividad que tanto caracteriza al pueblo, y que al parecer todos o casi todos habéis olvidado. Sin duda, el caso que más me preocupa es el de mi familia porque sé que en verdad me conocen, sin tapujos, pero ni siquiera en el sentido literal de la palabra, así que es posible que sus crecientes dudas y desdenes y nada malintencionados comentarios a cerca de mi falta de conciencia contribuyan realmente a que esto se haga ya palpable. Me afano como a clavo ardiente a que no. En fin, ¿qué podría hacer llegados a este punto? Con respecto a este artículo me refiero, que la vida es mucho más complicada. Por supuesto ni se me ocurriría comenzar a exponer aquí todas mis debilidades como si de una galeria de los horrores se tratase, desarrollando egoísta todas mis características aportando un sutil matiz que suavizase los defectos, incluso aquellos de los cuales algunos ególatras o simplemente idiotas reconociendo sus carencias se sienten orgullosos. Siendo sincera, no veo un final que pueda resultar terriblemente emocionante, como truncado por el destino con una estrechísima relación con lo sucedido pero sin resultar obvio ni esperable, de esas maneras de finalizar algo a las que siempre intento recurrir, me espero de un ajeno y que adoro, en definitiva. Tan solo me apetece hablar, divagar con mi persona tratándose de este blog desértico allá por donde se mire, y me auguro que desde un punto de vista algo pesimista, de algunas cosas que me suceden, que me hacen sentir pero que cielos santo no se me ocurriria abreviar ahora hasta lo inhumando para poder expresarlas en 140 estúpidos caracteres. No me considero, por ejemplo, una persona muy buena, soy buena, cómo no, pero no de esta bondad de la cual resulta fácil aprovecharse y que se torna en ocasiones en pueril ingenuidad. No obstante, el sentimiento que me inunda en estos momentos es de cierta rabia por tener que mostrarme, verme obligada por las circunstancias o por mi misma, a ser amable de forma desmesurada. Cualquiera que me conozca porque hayamos mantenido en algún momento de nuestras vidas alguna relación con un mínimo de estrechez entre ambos será consciente de que aunque concesiva en algunos casos, no dudo en ser sincera aun en asuntos que afecten negativamente a las personas por mucho afecto que sienta por ellas, pero me descubro con un enfado y una fatiga por encontrarme en diversas ocasiones justificándome sin motivo tan solo por complacer a quien juzgándome no merece ese tipo de atenciones pero a quien se las ofrezco tal vez porque les quiero. No pretendo fijarme el objetivo de ser más desagradable ni directa porque normalmente lo soy en su justa medida y cualquier peso sobrante desequilibraria la balanza con total seguridad pero me gustaría que este mundo se mostrase más considerado, conmigo y entre sí. Más amable. Dios mio yo misma me resulto patética con este tipo de brochetas finales, como sortijas, frases lapidarias cuya realización, cuyo solo planteamiento imposible cual utopía y tan llanas y tan simples e infantiles que causan rubor entre sus oyentes, bien sea porque les resulta divertida la vulgar osadía o por que se consideran claramente superiores a este tipo de razonamientos a estas alturas de su vida. No les puedo criticar por ello, como puedo hacer en efecto con todo o casi todo y de manera aparentemente mordaz pese a aquello que pueda desprestigiarme de algún modo. Sin embargo, y en comparación con la indigente cantidad de tiempo que perdemos y desechamos de manera inevitable, no sería nada irrecomendable el reflexionar sobre el tema. Yo lo seguiré haciendo sobre otros sentimientos que me surgan, sus causas, sus efectos, posibles soluciones al conflicto...qué decir, que me vuelvo a mi reposo anterior del cual parece que he medioabierto mi entrecerrado ojo. cuando despierte esto se convertirá en una revolución, espero hacerlo, lo haré, cómo no, así como reconozco que estar mentalmente lisiada es una mierda.
Se me olvidaba; algún día confesaré porqué ha pasado demasiado tiempo.