Porque todo nacemos únicos y pocos morimos especiales.
Un pasado en blanco y un futuro por dibujar.
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sábado, 7 de abril de 2012

He medioabierto mi entrecerrado ojo.

Ha pasado mucho tiempo, de hecho ha pasado demasiado tiempo, bueno, en verdad este sería el comienzo hipotético de un nuevo escrito en una noche inspiradora como esta en la que odiaría que en menos de un par de horas me extragesen de mi caliente y acogedor hogar para salir a esa calle fría, desagradecida y tan llena y a la vez tan vacía de gente. En estos momentos me disponía a filosofar en mi reconocidamente abandonado blog con el que ya no me siento demasiado identificada. Siendo sincera, llevaba todo el dia esperando a que llegase esto y poder sentarme tranquila y cómodamente frente a la pantalla luminosa y este teclado que con sonido rápido y armonioso me agradece la visita. Tampoco pretendo desarrollar aquí y ahora grandes teorías, tan solo hablar un poco de mi misma, cosa aburrida, cosa que esta muy de moda, cosa fea, cosa bella por otra parte, cosa que puede no interesar en exceso a los demás pero cosa, en resumidas cuentas. Me preocupa estar demasiado cansada para desarrollar esas supuestas teorías pero lo que aún más temo es que me alargue demasiado en esta especie de preludio que al final no acabe por superar. No obstante, lo que verdaderamente me inquieta en estos instantes es eso, el cansancio, que no sueño aunque se le parezca, ese sopor constante en el que últimamente me encuentro de forma permanente y que me esmero por justificar. No quiero convertirme en una especie cuyo letargo se alarga desde el invierno extendiéndose a lo largo y ancho de todas las estaciones. Sin embargo lo soy, y lo peor, más aún, es que podría estar mintiendo porque alejando de mí la hipocresía, tampoco es algo que me quite el sueño y me retuerza cada noche entre horribles pesadillas de mediocridad y oscuros porvenires. Si acaso, me consuela el criticar a personas que considero claramente inferiores tomadas desde este sentido de la diferenciación con respecto a las masas e incluso, de vez en cuando, me sorprendo cuando algún amigo me comenta que gracias a mí, o por mi culpa, se halla azorado desde algún tiempo por ciertos comentarios y retorcidos cuestionarios que me divierte hacer a la gente sobre sus verdaderas vocaciones en la vida, qué esperan sacar de los estudios que realizan o se disponen a hacer y largas series de "por qués" para finalizar con cualquier comentario ridículamente alentador que le aleje un ápice de la mente una conclusión que, en resumidas cuentas y en la mayoría de los casos, significa una irremediable infelicidad dentro del vulgo. Tampoco me esmero en pronunciarme en un grito ahogado para que la gente tome conciencia de nuevo de que me cuestiono las cosas y no me identifico lo más mínimo con ese pasotismo, pasividad que tanto caracteriza al pueblo, y que al parecer todos o casi todos habéis olvidado. Sin duda, el caso que más me preocupa es el de mi familia porque sé que en verdad me conocen, sin tapujos, pero ni siquiera en el sentido literal de la palabra, así que es posible que sus crecientes dudas y desdenes y nada malintencionados comentarios a cerca de mi falta de conciencia contribuyan realmente a que esto se haga ya palpable. Me afano como a clavo ardiente a que no. En fin, ¿qué podría hacer llegados a este punto? Con respecto a este artículo me refiero, que la vida es mucho más complicada. Por supuesto ni se me ocurriría comenzar a exponer aquí todas mis debilidades como si de una galeria de los horrores se tratase, desarrollando egoísta todas mis características aportando un sutil matiz que suavizase los defectos, incluso aquellos de los cuales algunos ególatras o simplemente idiotas reconociendo sus carencias se sienten orgullosos. Siendo sincera, no veo un final que pueda resultar terriblemente emocionante, como truncado por el destino con una estrechísima relación con lo sucedido pero sin resultar obvio ni esperable, de esas maneras de finalizar algo a las que siempre intento recurrir, me espero de un ajeno y que adoro, en definitiva. Tan solo me apetece hablar, divagar con mi persona tratándose de este blog desértico allá por donde se mire, y me auguro que desde un punto de vista algo pesimista, de algunas cosas que me suceden, que me hacen sentir pero que cielos santo no se me ocurriria abreviar ahora hasta lo inhumando para poder expresarlas en 140 estúpidos caracteres. No me considero, por ejemplo, una persona muy buena, soy buena, cómo no, pero no de esta bondad de la cual resulta fácil aprovecharse y que se torna en ocasiones en pueril ingenuidad. No obstante, el sentimiento que me inunda en estos momentos es de cierta rabia por tener que mostrarme, verme obligada por las circunstancias o por mi misma, a ser amable de forma desmesurada. Cualquiera que me conozca porque hayamos mantenido en algún momento de nuestras vidas alguna relación con un mínimo de estrechez entre ambos será consciente de que aunque concesiva en algunos casos, no dudo en ser sincera aun en asuntos que afecten negativamente a las personas por mucho afecto que sienta por ellas, pero me descubro con un enfado y una fatiga por encontrarme en diversas ocasiones justificándome sin motivo tan solo por complacer a quien juzgándome no merece ese tipo de atenciones pero a quien se las ofrezco tal vez porque les quiero. No pretendo fijarme el objetivo de ser más desagradable ni directa porque normalmente lo soy en su justa medida y cualquier peso sobrante desequilibraria la balanza con total seguridad pero me gustaría que este mundo se mostrase más considerado, conmigo y entre sí. Más amable. Dios mio yo misma me resulto patética con este tipo de brochetas finales, como sortijas, frases lapidarias cuya realización, cuyo solo planteamiento imposible cual utopía y tan llanas y tan simples e infantiles que causan rubor entre sus oyentes, bien sea porque les resulta divertida la vulgar osadía o por que se consideran claramente superiores a este tipo de razonamientos a estas alturas de su vida. No les puedo criticar por ello, como puedo hacer en efecto con todo o casi todo y de manera aparentemente mordaz pese a aquello que pueda desprestigiarme de algún modo. Sin embargo, y en comparación con la indigente cantidad de tiempo que perdemos y desechamos de manera inevitable, no sería nada irrecomendable el reflexionar sobre el tema. Yo lo seguiré haciendo sobre otros sentimientos que me surgan, sus causas, sus efectos, posibles soluciones al conflicto...qué decir, que me vuelvo a mi reposo anterior del cual parece que he medioabierto mi entrecerrado ojo. cuando despierte esto se convertirá en una revolución, espero hacerlo, lo haré, cómo no, así como reconozco que estar mentalmente lisiada es una mierda.
Se me olvidaba; algún día confesaré porqué ha pasado demasiado tiempo.

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