Porque todo nacemos únicos y pocos morimos especiales.
Un pasado en blanco y un futuro por dibujar.
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domingo, 10 de febrero de 2013

¿Qué sentido tiene el amor en este mundo sin sentido? ¿Qué sentir cuando el amor ha dejado de ser sentido y de tenerlo? ¿Qué hay después de la felicidad más plena, el desengaño más doloroso y llorar la pérdida hasta que tu ojos se quedan secos? ¿Qué esperarme ahora de una vida tranquila e insustancial? ¿De verdad voy a seguir ajena a los sentidos hasta el dia que muera? ¿De verdad esto va a cambiar antes de lo que creo aunque ahora me parezca distante e inalcanzable?

lunes, 14 de enero de 2013

Nocturno 20 de Chopin

Esa noche sólo deseaba besarte. Era una noche oscura donde tan solo la luna a través de las persianas se reflejaba en el brillo de tus ojos. Creo que habíamos encendido una vela cerca de la mesa. El tango y su pasión hacían un ruido estridente en aquel piso. Sólo deseaba besarte y dejarnos enloquecer por la música de piano. Aunque el sabor de tus labios ya sea lejano, sé que no has podido olvidar mis dientes mordiendo tu boca y yo no recuerdo más que tus besos en la tímida oscuridad y desearte. Encárcelados en la intensidad  de aquel momento, sigo mi vida ignorando qué has intentado durante este tiempo. Siempre serás mio, he robado y sellado el sentimiento que tu aliento desprendía. Fue un beso tan largo aquella noche, que cuando te fuiste ya había amanecido, y todo parecía un sueño cuando cerraste la puerta.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Héroe

Y siento envidia de los cuentos de hadas. De esos en los que nobles caballeros rescatan a sus princesas y desde entonces nunca vuelven a separarse. Siento celos de los quijotes que viven cientos de aventuras, libran innumerables batallas, superan millones de obstáculos, no se dan por vencidos y siempre llegan a su destino. Yo no me he rendido y aún así nunca llegaré a él. Ojalá yo también pudiese ser un guerrero, un poeta, y juro que no perdería un segundo para comenzar a enamorarle. Ojalá yo tuviese esa oportunidad para intentarlo, para hacerle sentir cada día el más especial, para alabar su apariencia, para mostrarle lo mejor de mí y recogerle en mis brazos para que sienta mi corazón cerca cuando debamos superar un escollo. Convertirme en un completo desconocido que llama a su puerta o a su ventana cada noche y volver a casa y dormir y soñar con que un día pueda llegar a besarle. Imaginarme de mil formas ese momento y sentirlo cercano. Sentir que le arranco una sonrisa sincera, y en un momento le miro y sonríe tan solo por mirarme. Cortejarle con paciencia, tratarle con la delicadeza que podría tener la porcelana y sujetarle en mis manos sin romperlo y nunca dejarle caer. Observarle cuando ni siquiera sabe que estoy para que nada ni nadie pueda hacerle daño. Yo nunca se lo haría. Yo adoraría sus virtudes y perdonaría sus defectos sin ni siquiera darme cuenta de que lo son. Sentir mi valentía y la certeza de que conseguiría aquello que me propongo porque en mi vida él es lo único que falta.

Pero esto ya no es un juego inocente para mí. Estoy excluida de esas páginas rosadas con olores dulces y las esquinas dobladas. He perdido la batalla y no puedo volver a iniciarla ahora, ser un jinete de nuevo y correr hacía mi diana, quizás no pueda volver a hacerlo nunca. Pero si él colgase su pañuelo en mi armadura,  yo tiraría mi escudo y sobre él construiría un castillo que ni el más salvaje dragón o temible forastero podría destruir. Prometo que no pienso en mí cuando te quiero, porque mi dedicación sería tu felicidad y tu felicidad  mi consuelo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Tarde y noche de viernes triste en el cine.

Yo estaba allí, sentada, rodeada de gente, en aquel viejo y minúsculo cine abarrotado en aquel estreno. Había ido sola, me sentía más sola de lo que nadie podría llegar a imaginarse. Tantas amistades y roces superfluos, pero habia ido sola, no estaba segura de si había sido del todo su decisión. Lo pensó durante algunos segundos. No prestaba demasiada atención a la pantalla. De vez en cuando algunas imágenes y sonidos como explosiones le devolvian a la película. Ahora vuelvo a casa y me sorprende recordar su argumento, pero estoy segura de que cuando la vuelva a ver encontraré algunas escenas totalmente desconocidas. No había estado pensando demasiado. Tan solo dejaba que, mientras comía algunas palomitas y chocolatinas, imágenes felices de su antigua relación, antigua, surcasen su mente, desordenasen los pedazos de corazón que aún permanecían bajo su pecho, y algunas preguntas que sabía me hacían daño. Creo haberme cruzado con alguien conocido, posiblemente de mi clase, irónicamente sospecho que le habré sonreído con simpatía mientras no recuerdo ni su nombre, ni su rostro, y puedo hacerme tan solo una ligera idea de su figura en el anochecer a través del cual camino. Puedo contener los sollozos así que decido que no voy a llorar en el trayecto, hace demasiado frío para ello. Recuerdo, no obstante, apretando los labios, cómo las lágrimas surcaban mis mejillas encogida en aquella butaca en aquel lugar familiar y oscuro hace menos de un par de horas, creo que nadié me vió. Es la primera vez en muchos meses que no cogo su mano en el cine, y como salida de un drama pesado, miro las mías, la derecha e izquierda, ahuecadas y vacías.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Quietud y corriente.

Congelada en el tiempo, siento como mi cuerpo envejece, o aún está creciendo, ni siquiera puedo distinguirlo.
La vida pasa, y me roza en su avance, pero yo me quedo quieta, de pie, como en un espacio infinito y oscuro mientras veo como me roza esa vida, de vez en cuando me acaricia las mejillas, me alborota el pelo con su suave brisa y consigue levantar uno de mis brazos hacia delante. La percibo como un torbellino de colores, de olores, de sabores y sonidos, algunos me parecen música y en ocasiones escucho voces familiares, creo que me hablan pero yo no puedo prestar atención.
Estoy con la mirada perdida en la nada, es algo mágico. No sonrío, no lloro, no tengo expresión, nada me emociona. No voy de puntillas como se dice. Yo me quedo ahí, como encerrada en un cuerpo, encerrada en una mente, encerrada en mi persona, atada a mi propio corazón.
De vez en cuando me dejo llevar, permito que la corriente me meza hacia los lados, no estoy rígida. Pero eso siempre acaba igual, siempre termino tapándome el rostro con las manos. Nadie me ve y yo no veo a nadie, no lo necesito.
Dudo si sumergirme en lo que me rodea, dejarme caer sobre ello y que me arrastre aunque acabe en el suelo de algún lugar lejano. No me arriesgo, no quiero volver a caer. Con las yemas de mis dedos curiosos, siento el rápido pero armónico flujo de la vida, pero esto dura unos instantes.
Sigue surcando mis proximidades, me provoca, y no quiero negarme a ella, nunca la he despreciado, pero ¿cómo alguien puede no sentir interés por la vida? ¿Cómo alguien que lo ha sentido con tanto fervor?
No me importa la ropa que llevo, solo observo como vuela en torno a mi figura, como si me empujase hacia algo. La noto tan efímera sobre mi piel. No consigue ocultarme, esconderme bajo sus telas. La siento transparente e inútil. Estoy demasiado expuesta.
Parezco dormida, una joven taciturna que siente un gran peso sobre sí misma que no le permite avanzar. Pero se ha acostumbrado a esa presión sobre el pecho, sobre su alma, de modo que permanece en su sitio, lejos del país donde ya no se le concede la entrada, lejos del lugar que ya no existe, lejos del amor.

lunes, 22 de octubre de 2012

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A veces en la vida cuando me he sentido triste, en mi interior me miraba a mi misma y encontraba que no sólo lo estaba sino que además por una serie de circunstancias que provocaban ese sentimiento era justo que lo estuviese. Pero hay otras ocasiones en las que verdaderamente lo siento, muy adentro, y son aquellas de las que intento huír rápidamente, sin éxito, en las cuales nadie puede juzgarme por la superación de ese estado ni por quedarme allí, a gusto y calentita pero rodeada de un dolor y una angustia que consumen mi alegría poco a poco. No obstante, también ocurre con muy poca frecuencia y no nos solemos dar cuenta de que, a veces, toda esa tristeza solo reemplaza una gran felicidad, que ambas son proporcionales, y que el mundo no tiene su fin en esto, que he disfrutado de un amor que algún día volveré a encontrar tan fuerte y tan profundo aunque ahora todo me indique que siempre sera él por quien sentiré debilidad. La vida transcurre y es inevitable reincorporarse a ella, subirme a la ola antes de que pase e incluso después llegará otra sobre la que pueda navegar. Supongo que es algo inevitable , que hay un tiempo para el lloro y el desahogo y que no sirve que lo posponga ya que de algún modo u otro aflorará dentro de mí, pero tampoco puedo dejar que me consuma. Me siento tan deprimida. Mantenerme ocupada, acompañada, a pesar de que, de pronto, todo parezca derrumbarse y siento un descomunal vacío en mi interior, el mundo se desmorona con todo su peso sobre mi cuerpo y entonces doy cuenta de que aún no lo he superado. Tengo que querer superarlo, y entonces podré, porque además es lo que debo hacer y no tengo alternativa. No puedo creer que ya haya llegado este día, que se haya ido pero que pueda verle en tantas cosas a mi alrededor que casi parece que esté a mi lado, paradógicamente es entonces cuando más sola me siento. Me siento encerrada siendo más libre que nunca, muy lejos de él, pero no puedo volver porque no es si no el amor lo que nos separa. Al menos mi esperanza de que regrese merma cada día. Es lo correcto aunque no fue eso lo que siempre hize. Sin embargo, podría decir que no me arrepiento de nada, ni siquiera de quererle tanto, creo que no podría haberlo echo ni habérselo demostrado más aunque no me correspondiese. Sé, no obstante, que él también supo apreciarme todo lo que le fue posible. Hay tantas cosas que me gustaría hacer con él, tantos besos, tantos lugares, tantas conversaciones, tantas fotografías, tanto todo. No me gusta reconocer esto pero no encuentro a penas cosas que no quisiera hacer con él y el hecho de que no vaya a ser así me hace sentir como si me arrebatasen una vida. Nunca más será así. No me arrepiento, no me arrepiento de todos los besos, los lugares, las conversaciones, las fotografias, de nada, ni siquiera de mis fallos. Simplemente no era la elegida, aunque eso me duela enormemente. Impotente, maldecida. No cambiaría nada de nuestra historia, y podría mejorarse quizás de tal modo que ahora siguiésemos juntos, pero entonces no sería nuestra historia. ¡Dios! Ha sido tan breve, la podría volver a vivir cien veces y aún querría repetirla una vez más. Siempre he defendido que las personas nunca pertenecen pero le tuve y le dejé marchar. Era mi amigo y estaba enamorada de él. Siempre creí que las cosas serían muy fáciles entre nosotros aunque es cierto que hemos sido muy felices.Yo sólo quiero que sea feliz y ya no es algo que encuentre en mí de este modo pero ahora es lo único que yo le puedo ofrecer. Ojalá pase lo antes posible y me sienta fuerte pronto. Podamos volver a tener contacto aunque, sin ser extremista, no creo que nunca se de esa situación. Es por ello por lo que debo ser más fuerte aún, que sin haberle olvidado por completo, y me refiero a olvidar lo que siento ya que siempre le recordaré con cariño, volver a ser amigos. Antes lo fuimos durante largo tiempo, ya no es igual ahora pero no me quedan más salidas. Por supuesto, aún falta mucho hasta que todo se haya normalizado hasta ese punto. No he querido escuchar a la gente, he tenido que asumir tantas cosas tan duras por mi bien pero no ha sido hasta que yo lo he decidido cuando todo ha acabado. Y ha terminado de la mejor manera, toda la amistad volverá algún día sin que un terrible final pese sobre nosotros. No quiero que ya se haya consumido, no quiero imaginarme en un mes o dos pensando lo estúpida que soy, que le había encontrado. Hay tanta gente que se preocupa por mí y me ha apoyado y les quiero tanto y se lo agradezco tanto pero en mi cabeza les presto tan poca atención. No puedo con más, simplemente soy incapaz. Pienso que hace tan poco él estaba en mi cama, donde ahora rozo la silueta de un cuerpo que ya no está presente, y su olor ya se ha desvanecido de las sábanas, ni siquiera me queda eso. Soy incapaz de dormir bien sin escuchar el acelerado pulso de su corazón acostada sobre su pecho. ¿Qué podría decir que no le hubiese dicho ya? No le sonaría nada extraño en todo esto. Le rogué tanto sin que me pesase en absoluto. Tengo que dejar de necesitarle, como si estuviese enferma. Doy gracias por todos los momentos juntos, los aprovechamos, sin duda. Me siento rodeada por tantas personas tan felices con sus relaciones que ni siquiera puedo sostener la vista en ellas y mucho menos escucharles. Yo tenía eso y ahora no puedo evitar, aunque lo intento, sentir recelo hacia ellos. Es tan insultante aunque tan bonito, me siento tan desdichada. Me confundo entre el desearle lo mejor, algo que tengo más que seguro, y la envidia y los celos y los terribles pensamientos que afloran en mi cabeza y no quiero escuchar porque yo no soy así. Me siento en una jaula fría, insatisfecha y de vez en cuando indiferente. He dejado de culparme, de pensar qué hay de malo en mí aunque casi cualquier cosa hubiese cambiado. Está mal que lo diga y no tiene ningún tipo de razonamiento lógico pero, ¿qué cosa puede tenerlo ahora en mi apasionado y dolido corazón?

sábado, 23 de junio de 2012

Las causas externas se convierten en propias.

Queda tan poco que no merece la pena investigar, indagar aún más profundo, descubrir, decepcionarse, enfadarse, enfurecerse, pensar, reflexionar y agobiarse, comentar, discutir, gritar, llorar y tal vez encontrarnos con que hemos llegado a nuestro fin. Es irónico como tras dulces sueños vividos despiertos, cada día sin apenas excepciones, te das la vuelta y te topas con pequeños gestos que lo nublan todo, por completo. ¿Cómo tanta luz puede oscurecerse tan rápidamente? Ni siquiera puedo explicar cómo me siento en estos momentos, ni siquiera puedo imaginarme cuando esto acabe. A veces pareces tan mío que me parece que floto, pero son polvos que con un simple soplido del viento se alejan y entonces caigo al suelo. Tampoco podría describir la situación como una mentira, ya no es solo otro parecer, es real pero incluso cuando todo parece transparente entre nosotros siento que nunca has podido ver mi reflejo claro en el agua. Quizás no valore la debilidad que he tenido por ti hace ya largo tiempo. Siempre se buscan nuevas incógnitas, incluso cuando como yo, ahora, solo se quiere navegar apaciblemente hasta un fin inminente. Prometo que no pretendo turbar las nubes sobre nuestras cabezas para que se desencadene una tormenta, pero no puedo evitar sonreír ampliamente cuando alguien decide preguntarme por ti, que la alegría hormigueé por mi cuerpo y se me iluminen los ojos claros. No obstante, siento decir que allí, en lo más alejado de la comisura de mis labios, inexplicablemente dudo si algo se desgasta.