Porque todo nacemos únicos y pocos morimos especiales.
Un pasado en blanco y un futuro por dibujar.
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lunes, 26 de noviembre de 2012

Héroe

Y siento envidia de los cuentos de hadas. De esos en los que nobles caballeros rescatan a sus princesas y desde entonces nunca vuelven a separarse. Siento celos de los quijotes que viven cientos de aventuras, libran innumerables batallas, superan millones de obstáculos, no se dan por vencidos y siempre llegan a su destino. Yo no me he rendido y aún así nunca llegaré a él. Ojalá yo también pudiese ser un guerrero, un poeta, y juro que no perdería un segundo para comenzar a enamorarle. Ojalá yo tuviese esa oportunidad para intentarlo, para hacerle sentir cada día el más especial, para alabar su apariencia, para mostrarle lo mejor de mí y recogerle en mis brazos para que sienta mi corazón cerca cuando debamos superar un escollo. Convertirme en un completo desconocido que llama a su puerta o a su ventana cada noche y volver a casa y dormir y soñar con que un día pueda llegar a besarle. Imaginarme de mil formas ese momento y sentirlo cercano. Sentir que le arranco una sonrisa sincera, y en un momento le miro y sonríe tan solo por mirarme. Cortejarle con paciencia, tratarle con la delicadeza que podría tener la porcelana y sujetarle en mis manos sin romperlo y nunca dejarle caer. Observarle cuando ni siquiera sabe que estoy para que nada ni nadie pueda hacerle daño. Yo nunca se lo haría. Yo adoraría sus virtudes y perdonaría sus defectos sin ni siquiera darme cuenta de que lo son. Sentir mi valentía y la certeza de que conseguiría aquello que me propongo porque en mi vida él es lo único que falta.

Pero esto ya no es un juego inocente para mí. Estoy excluida de esas páginas rosadas con olores dulces y las esquinas dobladas. He perdido la batalla y no puedo volver a iniciarla ahora, ser un jinete de nuevo y correr hacía mi diana, quizás no pueda volver a hacerlo nunca. Pero si él colgase su pañuelo en mi armadura,  yo tiraría mi escudo y sobre él construiría un castillo que ni el más salvaje dragón o temible forastero podría destruir. Prometo que no pienso en mí cuando te quiero, porque mi dedicación sería tu felicidad y tu felicidad  mi consuelo.

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