Porque todo nacemos únicos y pocos morimos especiales.
Un pasado en blanco y un futuro por dibujar.
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sábado, 18 de diciembre de 2010

Paseantes, Ella.

El otro dia caminaba por la calle de la mano de mi perro, cuando advirtió que una señora estaba tirada en el suelo, y entonces me fijé en ella: era una dama mayor, muy encorbada y vestida de negro, con poco pelo blanco y suave como el terciopelo y unas enormes ojeras, venosas sus piernas desnudas y amoratado su brazo caído. Se había obligado a salir a la calle porque también llevaba de la mano a su mascota, a su mejor amigo Manolo, que así habia llamado en memoria de su marido muerto de tuberculosis hacía ya veinte años. En vida, habia sido muy generoso con ella a pesar de lo poco que le podia ofrecer, pero nunca se guardaba nada, cuando la cortejaba respetuosamente porque era ella la mujer más bella que habian visto sus ojos y al convertirla en su esposa, cada día al amanecer lo primero que observaba con atención al despertarse cuando su vista era lúcida, el modesto anillo que le unía a ella, para siempre, hasta que la muerte los separe. Pero llegado este momento, su pensión era apenas suficiente para pagar el alquiler que los hijos de su viejo casero habian duplicado tras cinco décadas viviendo en aquel pequeño piso del renovado Monte Naranco. Aún así, nunca le dedicó una mala palabra o un oscuro pensamiento, porque le habia dejado todo aquello con lo que siempre se habían podido mantener, momentos, que se habian convertido en recuerdos con los que se acuesta sola cada noche, y entonces es cuando se quita su alianza por primera vez en todo el dia y la posa sobre la caja de música donde guarda las perlas que su madre le había regalado para que, cada mañana, vuelva a ocupar sus tempranos pensamientos y no le falte de nada.
Al parecer, unos jóvenes borrachos y con aparentes prisas habían tropezado con la anciana y ni siquiera se habían dado cuenta. Incapaz de agacharse en los meses húmedos de invierno, le resultaba imposible levantarse de lo que por fin deseaba que se conviertiese en su lecho. Que poco respeto, y se sentía molesta pero sus lágrimas no eran de enfado sino de dolor, tras una larga vida de penurias y pequeñas alegrías y ahora, ¿quién la necesitaba tras haber criado a cinco hijos que no le dejaban ver a sus nietos? Se sentía inútil, una carga más nada productiva para el país y que nadie respetaba, después de todos los sacrificios personales que había echo y no esperaba ninguna recompensa por haber sido tan complaciente pero, ya pocas cosas reales le hacían sonreir; cargaba con la compra cada mañana sin que nadie se diese cuenta de que ella es la mejor economista y matemática sin haber tenido el privilegio de estudiar ninguno de esos libros que son dibujados por la mayoria de niños, que adora, pero que se aburren y se sienten desgraciados por su condición de estudiantes y sus horarios de trabajo sin percatarse de que su abuela no ha parado de trabajar ni un sólo segundo de su vida, e incluso cuando sus brazos estan entumecidos, mantiene su casa más limpia que lo que ellos, aún con servicio, podrán tener jamás. "La abuela es tonta"...si fueses consciente de todo lo que sabe tu abuela, y aunque lo sean, les da igual, no son interesantes para ellos como lo puede ser una máquina que les provoca adicción y epilepsia.

El otro día me cruze con una señora que paseaba con su perro y no me fijé en ella, en el bonito color de sus ojos que revelan la belleza y la vitalidad que antaño la carazterizaban.

Ni siquiera se como se llama; ni se lo he preguntado ni se lo preguntaré nunca ni, con cierta seguridad, nadie que no tenga algún sucio interés en ella, se lo volverá a preguntar jamás Es posible, que algún dia, lo lea en su lápida de soslayo y que me suceda a mi lo mismo.


Ella.
Yo.
Tu.

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