Porque todo nacemos únicos y pocos morimos especiales.
Un pasado en blanco y un futuro por dibujar.
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jueves, 24 de junio de 2010

Mi amigo mordía una zapatilla.

Mi amigo mordía una zapatilla.
Ya era el septigentésimo dia de asedio de los alemanes y Stalingrado yacía. El frío nos penetraba por la mordeduras de las zapatillas y el hambre acuziaba y no podia parar de morder. Mi amigo desgarraba una zapatilla. Lo hacía como si se tratase del más suculento de los manjares porque hacia dias que no pobraba bocado. Si tenía fuerzas para caminar por las calles sólo encontraba a niños, mujeres y hombres desolados, casi petrificados en cualquier rincón o dentro de sus desvalijadas casas, sopesando las cualidades nutritivas del esparto. El hielo, aunque transparente, me impedía pensar en la época en la que corríamos felices por las plazas llenas...de vida, y ahora, me dolía porque se congelaban mis lágrimas. Recuerdo todo lo que desprecié, y todo ha vuelto a mi, parece que me desprecia. Sufría. Levantó sus ojos y nunca olvidare esa mirada. Crujía y acariciaba, avergonzada e instintiva. Mi amigo, mordía lo que ya era, una sandalia.

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